La heroína es una droga opiácea que se elabora a partir de la morfina, una sustancia natural que se extrae de la vaina de semillas de varias plantas de amapola y se cultivaba en el sudeste y sudoeste de Asia, en México y en Colombia. La heroína puede presentarse en forma de polvo blanco o marrón, o como una sustancia negra pegajosa que se conoce como «alquitrán negro».

La heroína se puede inyectar, inhalar, aspirar o fumar. Algunas personas mezclan la heroína con cocaína crack, una práctica que se conoce como «bola rápida» o speedballing.

Efectos de la heroína

La heroína ingresa con rapidez al cerebro y se adhiere a los receptores opioides de células ubicadas en distintas zonas, especialmente en las que están asociadas con las sensaciones de dolor y placer y las que controlan el ritmo cardíaco, el sueño y la respiración.

La heroína es sumamente adictiva. Con frecuencia, las personas que consumen heroína en forma regular desarrollan tolerancia, lo cual hace que necesiten dosis cada vez mayores o más frecuentes de la droga para obtener los efectos que buscan. Cuando el consumo continuo de una droga genera problemas de salud o problemas en el desempeño de las responsabilidades en la escuela, el trabajo o el hogar, se produce lo que se conoce como trastorno por consumo de drogas. Estos trastornos pueden ser leves o graves. La adicción es el trastorno más grave.

Quienes son adictos a la heroína y dejan de consumir la droga abruptamente pueden experimentar fuertes síntomas de abstinencia. Estos síntomas, que pueden comenzar apenas unas horas después de haber consumido la droga por última vez, incluyen:

  • Inquietud o desasosiego
  • Dolores fuertes en músculos y huesos
  • Problemas para dormir
  • Diarrea y vómitos
  • Oleadas de frío con «piel de gallina»
  • Movimientos incontrolables de las piernas
  • Deseo intenso de consumir heroína